Lao Tsé logró la completa Inmortalidad y durante siglos ayudó a las personas a conocer la Verdad. Su cuerpo no cambiaba más y era invulnerable a las enfermedades y a la muerte.
Él no trató de dejar Su nombre en la historia por siglos, sino de regalar a las personas el Gran Conocimiento sobre Tao y Te, la Sabiduría en cuyo Portador Él se había convertido.
La gente no sabía mucho de este Conocimiento, pero gracias a Lao Tsé aquello que se conoce ahora como taoísmo se enraizó y se fortaleció en el mundo.
Varias veces Lao Tsé escuchó que las personas hablaban sobre Él y sonrió.
Un día Él se acercó a un grupo de personas que mantenían una animada conversación.
—¡Aquellos que vieron a este Sabio en un burro blanco dicen que Él estaba montándolo sentado de espalda e incluso no veía a dónde iba! —dijo una de aquellas personas.
—¡También dicen que Su burro podía recorrer cualquier distancia durante un día, incluso miles de li, y que cuando el Sabio se detenía para pernoctar, Él doblaba el burro como papel; en cambio, cuando tenía que continuar Su viaje, lo desdoblaba, y el burro volvía a la vida!
—¡No, Él montaba en un buey! —dijo otro.
—¡No era un buey, sino un búfalo! —objetó el tercero.
—¡Por supuesto, era un buey! Además, Él llevaba Consigo una cesta con los manuscritos.
—¡No! ¡No era una cesta! ¡Eran diez cestas! ¡Después de todo, era un Sabio!
—¡Sí, era el Perfecto! ¡Leía los pensamientos, conocía el pasado y el futuro y curaba cualquier enfermedad con un único remedio que llevaba en una botella de calabaza! ¡Incluso podía resucitar a los muertos! —soltó sin pausa el primer hablante, quien estaba orgulloso por sus conocimientos sobre la vida de los Inmortales.
—¡Algunos lo llaman Chang Kuo-Lao, mientras que otros, Lao Tsé o Lao Tzu!
—¡No! ¡Lao Tsé escribió solamente un libro! ¡En cambio, este Lao, cuando se volvió Inmortal, voló y desapareció! ¡Sus ropas cayeron al suelo y Sus discípulos las enterraron!
—¿Por qué Lo pintan con tres ramas en Su cabeza?
—¡No, no Lo pintan así!
Lao Tsé se acercó más a aquellas personas y les saludó.
Ellos se alegraron y Le dijeron:
—¡Usted, según parece, es una persona bien educada! ¡Entonces júzguenos! ¡Díganos quién de nosotros está en lo cierto!
—¿Acaso importa si el Sabio montaba en un burro o simplemente caminaba? Lo que realmente importa es lo que Él enseñó. ¿Han leído el libro sobre Tao y Te?
—No, no podemos leer.
Entonces Lao Tsé les contó algunas cosas que conocía para que pudieran practicarlas en sus vidas, pero no dio Su nombre.
Así Él vivía, apareciendo y desapareciendo en diferentes partes de China y ayudando un poco a un gran número de personas. También pudo ayudar mucho, dándoles el conocimiento acerca del Camino hacia Tao, a aquellos pocos que estaban preparados para logros más altos…
Una vez Lao Tsé escuchó cómo unos jóvenes de un monasterio taoísta hablaban de Su libro sobre Tao y Te. Ellos discutieron por largo tiempo razonando sobre las palabras.
Lao Tsé se sentó modestamente cerca y seguía escuchando.
Una chica se les acercó y se puso a escuchar también. En este momento, el joven paró su discurso y le dijo que el destino de las mujeres era sólo lavar los platos y cuidar a los niños.
Entonces Lao Tsé comenzó a hablar. Les recordó que el Camino del conocimiento existe tanto para los varones como para las mujeres y les reveló los primeros simples pasos de este Camino.
Todos ellos estaban escuchando sin aliento lo que Él decía, porque la Verdad estaba en cada una de Sus palabras, y era imposible no experimentarlo.
Y entonces algunos de ellos se decidieron a convertirse en discípulos del Inmortal Lao Tsé.
Así sucedía una y otra vez, y Lao Tsé logró conducir a un gran número de buscadores dignos a la Morada de Tao.
¿Puede que sea tu turno ahora?
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